~capitulo 8-.
Me dirigí hacía la sala en la que estaba Sara,
en ese momento los vi aparecer, Sara llevaba unas muletas que mi padre le había
traído, y una escayola hasta medio muslo:
-¿Tanto tienes?
-Si, me he torcido el tobillo, 1mes en cama..
-Que torpe eres Sara, si necesitas algo, Me lo
dices ¿eh? – le sonreí para que se calmara-.
-Vale – me devolvió aquella sonrisa-.
-Vamos hijas – nos dijo nuestro padre – quiero
enseñaros un lugar.
-¿Cuál? – preguntamos a coro Sara y yo-.
-Ahora lo veréis, salimos del hospital y
llegamos al aparcamiento, subimos al coche, metimos las muletas en el maletero
y nos dirigimos rumbo a ninguna parte. De repente, paramos delante de un
cementerio, bastante ostentoso, y repleto de flores. Seguimos a mi padre y
llegamos a una lapida negra, una foto de una mujer muy bonita,
‘’María Alonso García’’ . ‘’1963 – 2012’’
-¿Qué hace aquí mama..? – pregunté -.
-He pedido que la traigan aquí, quiero poder
seguir viniendo los domingos a visitarla.
-Papa, para acordarte de ella no tienes que
venir cada semana, puedes recordar cada segundo a su lado, venir 1 vez al mes..
-Ya, pero quiero seguir viniendo a verla,
traerle flores, lo que pasó pasó y no se puede solucionar, pero traerle flores
durante muchos años, como hacía antes, cada semana, no quiero cambiar esa
rutina que tanto me gustaba.
-Es tú decisión, yo vendré una vez al mes.
Nada más.
‘‘13 de enero del 2012’’
-Que frio hace Valen.
-Ven aquí princesa –me cogió por los hombros y
me abrazó muy fuerte - ¿Mejor? – me sonrió y me volvió a arrimar a el -.
-Muchisimo cariño – le di un beso – que bonito
es todo esto nevado ¿ no crees?
-Si, es precioso, lo malo es que está fría.
-Jajaja si..
Continuamos caminando hacía el cine entre
risas y mimos en aquella fría tarde de invierno. En ese momento me llamó mi
padre al móvil ¿ que quería? Lo cogí:
-Sabrina, ves a recoger a Sara e ir a casa
inmediatamente, tenemos que irnos al hospital, en 15 minutos estaré – Tenía la
voz entre cortada y muy nerviosa, parecía que lloraba -.
-Vale, ¿pero que ha pasado?
-No puedo contarlo ahora, adiós – y me colgó-.
Me giré a Valen y se lo conté, me despedí y le
prometí que esa noche lo llamaría. Llame a Sara y le dije que fuera a casa, que
allí la esperaba. Llegué a casa y Sara estaba en la puerta, nos sentamos y
esperamos a mi padre. 5 minutos más tarde apareció y sin decir palabra, subimos
al coche. No entendía nada ¿ que había pasado?, atosigué a mi padre con miles
de preguntas que no tuvieron respuesta, corría mucho por aquella carretera que llevaba
al hospital. Tenia miedo. Llegamos y aparcó el coche, empezó a correr a dentro
del hospital, lo seguimos, llegamos a recepción y mi padre habló llorando y muy
nervioso con la enfermera que había, nos dijo que lo siguiéramos y llegamos a
la sala de espera de la UCI:
-Hijas – nos empezó a contar llorando como
nunca lo había visto llorar – a vuestra madre mientras compraba, se ha encontrado en medio de un tiroteo.
-¿!QUEEEE!? – grité llorando – ¿!ESTÁ BIEN!?
-No lo sé, nos tiene que avisar.
Esperamos 4h en la sala de espera, y apareció
una enfermera, vino con una cara de tener pocas noticias:
-¿Son la familia de María Alonso García?
-Si.. – contestó mi padre intentado no llorar
-.
-Tengo malas noticias, su mujer a entrado en
coma cuando la traíamos en la ambulancia, tiene graves fracturas craneales y
los órganos vitales en muy mal estado. No creemos que se recupere. Lo siento.
Abandonó la
sala, yo estaba de pié al lado de mi padre, no me podía creer que mi
madre estuviera muriéndose, miles de recuerdos azotaron mi mente, caí de
rodillas al suelo y empecé a llorar, a gritar, como si me estuvieran desgarrando
la piel. Mi padre estaba queito, no se movía, dudo que respirara en aquellos
momentos. Le caían lagrimas de los ojos como si se estuviera tirando agua ala
cara una calurosa mañana de verano. Sara lloraba, golpeaba las paredes con toda
su fuerza, no podía, parecía que iba a romper aquella pared de un solo golpe.
Me levanté, no podía pensar en otra cosa que no fuera en mi madre, ¡SE ESTABA MURIENDO JODER! Corrí hacía donde estaba ella, aparte a los médicos y me subí a
la camilla de rodillas, la abracé llorando, no me intentaron apartar, supongo
que comprendían por lo que estaba pasando. Le hablaba, le gritaba que se
despertara que no me abandonara allí. Mi padre y Sara entraron en la habitación
y rodearon a mi madre, la abrazaron , la besaron, le gritabas que volviera, que
no nos dejara. Pasaban las horas, yo no me quería levantar, no podía apartarme
de mi madre, en ese momento las maquinas empezaron a hacer líneas rectas, no
había movimiento, mi padre apretó un botón y los médicos vinieron, no me
levanté no quería, me eche hacia atrás, le dieron descargas eléctricas, la línea
seguía recta, sin movimiento, les aparte llorando gritando como nunca, se había
ido. La abracé, la besé y lloré hasta no poder más. Pasaron las semanas y no fui
a clase, Valen venía todos los días a visitarnos, poco a poco lo superé, no me
quedaba más remedio. Me acostumbré a su ausencia, aún la echaba de menos pero
podía vivir solo con su recuerdo.