Momentos para recordar.

Momentos para recordar.
Podemos volar.

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lunes, 28 de mayo de 2012

~Capitulo 8-.


~capitulo 8-.
Me dirigí hacía la sala en la que estaba Sara, en ese momento los vi aparecer, Sara llevaba unas muletas que mi padre le había traído, y una escayola hasta medio muslo:
-¿Tanto tienes?
-Si, me he torcido el tobillo, 1mes en cama..
-Que torpe eres Sara, si necesitas algo, Me lo dices ¿eh? – le sonreí para que se calmara-.
-Vale – me devolvió aquella sonrisa-.
-Vamos hijas – nos dijo nuestro padre – quiero enseñaros un lugar.
-¿Cuál? – preguntamos a coro Sara y yo-.
-Ahora lo veréis, salimos del hospital y llegamos al aparcamiento, subimos al coche, metimos las muletas en el maletero y nos dirigimos rumbo a ninguna parte. De repente, paramos delante de un cementerio, bastante ostentoso, y repleto de flores. Seguimos a mi padre y llegamos a una lapida negra, una foto de una mujer muy bonita,
 ‘’María Alonso García’’                                                                                                   .         ‘’1963 – 2012’’
-¿Qué hace aquí mama..? – pregunté -.
-He pedido que la traigan aquí, quiero poder seguir viniendo los domingos a visitarla.
-Papa, para acordarte de ella no tienes que venir cada semana, puedes recordar cada segundo a su lado, venir 1 vez al mes..
-Ya, pero quiero seguir viniendo a verla, traerle flores, lo que pasó pasó y no se puede solucionar, pero traerle flores durante muchos años, como hacía antes, cada semana, no quiero cambiar esa rutina que tanto me gustaba.
-Es tú decisión, yo vendré una vez al mes. Nada más.

‘‘13 de enero del 2012’’
-Que frio hace Valen.
-Ven aquí princesa –me cogió por los hombros y me abrazó muy fuerte - ¿Mejor? – me sonrió y me volvió a arrimar a el -.
-Muchisimo cariño – le di un beso – que bonito es todo esto nevado ¿ no crees?
-Si, es precioso, lo malo es que está fría.
-Jajaja si..
Continuamos caminando hacía el cine entre risas y mimos en aquella fría tarde de invierno. En ese momento me llamó mi padre al móvil ¿ que quería? Lo cogí:
-Sabrina, ves a recoger a Sara e ir a casa inmediatamente, tenemos que irnos al hospital, en 15 minutos estaré – Tenía la voz entre cortada y muy nerviosa, parecía que lloraba -.
-Vale, ¿pero que ha pasado?
-No puedo contarlo ahora, adiós – y me colgó-.
Me giré a Valen y se lo conté, me despedí y le prometí que esa noche lo llamaría. Llame a Sara y le dije que fuera a casa, que allí la esperaba. Llegué a casa y Sara estaba en la puerta, nos sentamos y esperamos a mi padre. 5 minutos más tarde apareció y sin decir palabra, subimos al coche. No entendía nada ¿ que había pasado?, atosigué a mi padre con miles de preguntas que no tuvieron respuesta, corría mucho por aquella carretera que llevaba al hospital. Tenia miedo. Llegamos y aparcó el coche, empezó a correr a dentro del hospital, lo seguimos, llegamos a recepción y mi padre habló llorando y muy nervioso con la enfermera que había, nos dijo que lo siguiéramos y llegamos a la sala de espera de la UCI:
-Hijas – nos empezó a contar llorando como nunca lo había visto llorar – a vuestra madre mientras compraba, se ha encontrado en medio de un tiroteo. 
-¿!QUEEEE!? – grité llorando – ¿!ESTÁ BIEN!?
-No lo sé, nos tiene que avisar.
Esperamos 4h en la sala de espera, y apareció una enfermera, vino con una cara de tener pocas noticias:
-¿Son la familia de María Alonso García?
-Si.. – contestó mi padre intentado no llorar -.
-Tengo malas noticias, su mujer a entrado en coma cuando la traíamos en la ambulancia, tiene graves fracturas craneales y los órganos vitales en muy mal estado. No creemos que se recupere. Lo siento.
Abandonó la  sala, yo estaba de pié al lado de mi padre, no me podía creer que mi madre estuviera muriéndose, miles de recuerdos azotaron mi mente, caí de rodillas al suelo y empecé a llorar, a gritar, como si me estuvieran desgarrando la piel. Mi padre estaba queito, no se movía, dudo que respirara en aquellos momentos. Le caían lagrimas de los ojos como si se estuviera tirando agua ala cara una calurosa mañana de verano. Sara lloraba, golpeaba las paredes con toda su fuerza, no podía, parecía que iba a romper aquella pared de un solo golpe. Me levanté, no podía pensar en otra cosa que no fuera en mi madre, ¡SE ESTABA MURIENDO JODER! Corrí hacía donde estaba ella, aparte a los médicos y me subí a la camilla de rodillas, la abracé llorando, no me intentaron apartar, supongo que comprendían por lo que estaba pasando. Le hablaba, le gritaba que se despertara que no me abandonara allí. Mi padre y Sara entraron en la habitación y rodearon a mi madre, la abrazaron , la besaron, le gritabas que volviera, que no nos dejara. Pasaban las horas, yo no me quería levantar, no podía apartarme de mi madre, en ese momento las maquinas empezaron a hacer líneas rectas, no había movimiento, mi padre apretó un botón y los médicos vinieron, no me levanté no quería, me eche hacia atrás, le dieron descargas eléctricas, la línea seguía recta, sin movimiento, les aparte llorando gritando como nunca, se había ido. La abracé, la besé y lloré hasta no poder más. Pasaron las semanas y no fui a clase, Valen venía todos los días a visitarnos, poco a poco lo superé, no me quedaba más remedio. Me acostumbré a su ausencia, aún la echaba de menos pero podía vivir solo con su recuerdo.








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